Gracias

Hoy miro a mi alrededor y sólo puedo ver luces que alumbran mi camino cuando el sol cae, escucho música que me acompaña en mi soledad y sólo puedo sentir cómo tu calor me arropa en las noches frías. 

No puedo decir que la vida sea un camino fácil; de lo contrario, os estaría diciendo la mentira más piadosa. La vida es por tanto un camino de baldosas subidas unas encimas de otras; es un café que se enfría y pierde el sabor amargo del principio, la vida es una tarde de lluvia que se asusta del sol. Pero, ¿sabes qué? Para mi gran suerte, te encontré en un enorme campo lleno de girasoles, mirando hacia el sol mientras que los demás yacían cabizbajos rogando a la sombra. 

Me senté a tu lado y contemplamos juntos los rayos del sol, los mismos con los que ahuyentamos a la tormenta de prejuicios. Y lo más triste de este milagro que curó mi vida, fue cuando me abrazaste de forma involuntaria con tus pétalos. En ese momento me vi en la odisea del tiempo en la que tenía dos llaves entre las que elegir; darte la mano y acompañarte hasta la última gota de agua que absorbiesen tus raíces o darme la vuelta y quedarme con tu olor impreso en la memoria. Te puedo decir que el mundo está poblado de corazones cobardes, pero yo decidí arriesgarme sabiendo aún así que algún día acabarías convirtiéndote en un girasol como otro cualquiera. 



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